Luego de su repentino autoexilio a España en noviembre pasado, muchos se preguntan qué ha sido de la vida del dramaturgo opositor cubano Yunior García de 39 años de edad.
El holguinero Yunior llegó a España con una visa de turista por 90 días, cosa que aún en la actualidad muchos le reprochan decepcionándose de él por “escapar” mientras el gobierno estaba centrado en evitar la fallida marcha que él mismo convocó, sin embargo, varios más se solidarizaron con su situación que recordaba a la historia bíblica de David contra Goliat, solo que en este caso el Goliat pudo más.
Fue así como Yunior se volvió portada de reconocidos medios internacionales y objeto de críticas y burlas por parte de los adeptos al sistema cubano que se regodeaban de su “victoria”.
Luego del alboroto mediático, él y su pareja, Dayana Prieto, se encontraban en Madrid, en la comunidad religiosa que los acogió inicialmente, con una maleta y 220 euros en el bolsillo.
Actualmente, vive en el barrio madrileño de Lavapiés y desde la plaza de Nelson Mandela cita a Martí: “En lo político, lo real es lo que no se ve” para describir el trabajo “discreto” que, sostiene, ha seguido desempeñando por la democracia en Cuba.

Luego de 2 meses de estancia en España recuerda cómo a su llegada aseguró que no pediría asilo político pues planeaba regresar a Cuba a seguir luchando y reconoce que el asilo es una opción que ahora contempla como la única vía pues no olvida lo que dijeron dos fiscales de La Habana: 27 años de prisión en una cárcel ya decidida, el Combinado del Este”, si regresa a su país.
“Tras mi llegada a Madrid, me han cerrado mi grupo de teatro en Cuba y han despedido a los actores. Mis obras están prohibidas. El caso contra mí sigue abierto. Tienen excusas para, en cuanto ponga un pie en el aeropuerto de La Habana, llevarme a la cárcel por 27 o 30 años, como han hecho con otros manifestantes. Regresar ahora no es una posibilidad real. Sería un suicidio”, reflexiona.
En cuanto a su actual vida de destierro, García comenta que el barrio en el que viven le recuerda un poco a Centro Habana y que su estancia ha sido más llevadera gracias al “calor de la comunidad cubana” que los ha ayudado “no solo con su apoyo emocional, sino también con dinero para pagar el alquiler y con ropa para pasar el invierno.”
De esta manera han logrado sobrevivir unos meses, ahora queda “buscar un trabajo de lo que sea para ganarnos el pan honradamente”, señala
“Hay detalles de mi vida privada que no puedo desvelar, como mi dirección”, indica, añadiendo “corremos cierto peligro. Somos una preocupación para la dictadura, que tiene tentáculos en todas partes. Incluso hay programas en televisión que han emitido imágenes de nuestra vida en España”, en referencia a medios afines al gobierno cubano que han utilizado estas imágenes para pintarlos como “unos consumistas que están felices comiendo jamón.”
En cuanto a Cuba, el fundador de Archipiélago destaca que “lo más doloroso” del exilio es haber dejado atrás a un hijo de una relación anterior, Diego, de 10 años.
El dramaturgo dice que muchas noches permanece conectado por videollamada con su hijo, los moderadores de Archipiélago y los familiares de los presos políticos, hasta las cinco de la mañana. de igual manera se ha dedicado a la escritura, colaborando con el portal de la disidente cubana Yoani Sánchez, 14 y medio, y trabaja en una obra titulada Archipiélago.
Con respecto al escrache que sufrió el 13 de diciembre en la Universidad Complutense en un acto con el opositor venezolano Leopoldo López, Yunior atribuye lo sucedido a “jóvenes de Izquierda Unida” que forman parte de quienes han caído en “el engaño de apariencias” que Cuba muestra al mundo y que Yunior define como “un mito” tan irreal como la existencia de “un unicornio azul.”
Yunior asegura que “nunca renunciará a regresar a su país” aunque tarde un poco; pues “ser cubano es una condición crónica que no tiene cura. No puedo olvidar que soy un cubano que quiere volver a Cuba.”
Fuente: ELPaís.
Discussion about this post