El parque Leoncio Vidal y su entorno han desempeñado un rol protagónico en la evolución de la ciudad de Santa Clara, nucleando a su alrededor valiosos testimonios de su historia y cultura.
A lo largo de más de 300 años de evolución urbanística alrededor del núcleo original se han superpuesto estilos arquitectónicos llegando hasta nuestros días valiosos exponentes, como el Teatro La Caridad, Monumento Nacional; el Palacio Provincial de Justicia, el antiguo Liceo, entre otros.
Desde los primeros años se destinó en ese lugar un cuadrilátero irregular a partir del cual, desde sus ángulos o esquinas, consideradas hoy las más antiguas, se delinearon las primeras calles.
Realizado en Filadelfia por el escultor Thomas Riscat, construido en granito gris y rosa, se inaugura el 15 de julio de 1884 el Obelisco a la memoria de los sacerdotes Juan Martín de Conyedo y Francisco Hurtado de Mendoza, destacados por su labor educadora y la gestión para la construcción de los templos de la ciudad y escuelas para niños pobres y desamparados. Fue una donación de Doña Marta Abreu de Estévez para su pueblo y tuvo un costo de 5000 pesos en oro.
El 4 de marzo de 1899 se reúne el Ayuntamiento de Santa Clara y se toma el acuerdo, a propuesta del concejal Enrique del Cañal, de nombrar a la plaza Parque Leoncio Vidal Caro en honor al Coronel del Ejército Libertador caído en ese lugar el 23 de marzo de 1896 durante el asalto a la ciudad.
Una glorieta testigo de la cotidianidad santaclareña
En 1911 se construye la Glorieta en el lugar escogido como centro del Parque de acuerdo con el nuevo proyecto, para guarecer a los músicos que ejecutaban las tradicionales retretas.
Con una arquitectura ecléctica, que retoma algunos elementos neoclásicos, la glorieta de la principal plaza local, señorea el espacio desde hace 108 años y resulta de un mágico atractivo para los más pequeños.
El sitio cuenta, en cada esquina, con canteros que representan las cuatro estaciones del año, rodeados de una abundante vegetación, entre los que figura una variada arboleda.
Componente insustituible, la edificación forma parte de la declaratoria de Monumento Nacional para el parque Leoncio Vidal, el 15 de julio de 1999, en el aniversario 310 de la fundación de la ciudad.
El espacio público se rejuvenece con nuevos bancos y otras transformaciones que lo enrumban hacia una mayor contemporaneidad, pero en el más estricto respeto de sus orígenes.
No obstante, erguida, como el primer día, la centenaria glorieta se mantiene fiel a su historia de escenario de la cultura, testigo del paso del tiempo, la conexión wifi y de los enamorados.
Un parque, una historia
En 1923 comienza a demolerse la Parroquial Mayor.
En 1924, en línea recta con la Glorieta y el obelisco, se coloca, en el mismo sitio donde antes se ubicaba el campanario de la Iglesia, la estatua de Marta Abreu de Estévez. La Sra. Rosalía Abreu, hermana de Marta, tuvo a cargo los detalles para materializar la idea de este monumento, y eligió para ello al escultor parisino August Millard.
Fundida en bronce sobre pedestal de granito verde oscuro, presenta en su base alegorías de la obra benefactora y el patriotismo de Marta (en tres de sus lados) y al frente el escudo de la ciudad. Es una representación sedente y lleva en las manos un libro escrito por su esposo, Luis Estévez, Desde Yara hasta Baire.
Debajo de la estatua se enterró una caja de plomo construida ad hoc que contiene un ejemplar de cada uno de los periódicos locales, una colección de monedas nacionales de plata, una colección de fotos de la Iglesia Parroquial Mayor antes y después de su demolición, un ejemplar de la novela Los vidrios rotos, de Francisco López Leiva, un ejemplar de la invitación hecha para el acto, un soneto del Sr. Augusto Vidaurreta y un acta firmada por los concurrentes al acto.
Para la remodelación del Parque en 1925 se planeó construir una fuente, también en línea con la Glorieta y el Obelisco, para la que era necesario conseguir una figura central. Las casas de objetos de arte enviaron sus catálogos de sugerencias y el Coronel Francisco López Leiva, escritor costumbrista de la ciudad, hizo gestiones para la compra de la figurilla del Niño de la bota infortunada en una casa de objetos de arte de New York.
Esta figurilla representa a uno de los niños tamborileros que acompañaban a los soldados estadounidenses en la guerra de secesión.
El 15 de julio de 1927 se devela el busto del Padre Chao, realizado en Italia con mármol blanco y dedicado a la memoria de este padre que, siendo español, se destacó por su atención constante a las víctimas de la Reconcentración de Weyler en nuestra ciudad.
El 23 de marzo de 1929 se devela el busto de Leoncio Vidal Caro, realizado en Italia, con mármol de Carrara, en el lugar donde había caído el patriota. En la remodelación de 1959 se cambia de lugar.
Sitio de obligada visita
El parque Leoncio Vidal, principal plaza de la ciudad de Santa Clara, ha sido escenario de importantes batallas en las luchas por nuestra liberación nacional (1876, 1896, 1958) y testigo de manifestaciones estudiantiles, conmemoraciones patrióticas y celebraciones culturales y militares.
En su entorno se agrupan inmuebles de alto valor arquitectónico, testigos de la historia y la cultura de nuestra ciudad.
Las construcciones a través de los años fueron superponiéndose unas sobre otras, lo nuevo sobre lo viejo, dando paso al eclecticismo que predomina hoy en las edificaciones del centro histórico. Podemos encontrar en la zona mencionada inmuebles que son importantes exponentes de la evolución constructiva de la ciudad en sus diferentes etapas.
Es una edificación de estilo neoclásico, que terminó de construirse en el año 1885, y abrió sus puertas por primera vez el día 8 de septiembre, día de la Virgen de La Caridad. Este inmueble se construyó a expensas de Doña Marta Abreu de Estévez, quien tuvo la intención de dotar a Santa Clara (su ciudad natal, y a la que tanto amaba) de tan exquisita prenda arquitectónica y artística, y destinar los fondos que se recaudaran en beneficio de los pobres de la ciudad. De esa hermosa idea proviene el nombre del teatro.
Joyas de Santa Clara
El Teatro La Cariodad se ha restaurado en varias ocasiones, la última en 1988. En su interior se conservan valiosas pinturas (murales y de caballete), las tallas en madera y la carpintería fina original; además de los bustos de mármol, creados por el artista cubano Miguel Melero, que están situados en el vestíbulo y representan a dos importantes dramaturgos hispanos: Echegaray y Calderón de la Barca.
Mientras, el Hotel Florida es una edificación de estilo ecléctico, que se construyó en la segunda década del XX.
En la planta baja presenta varios portales de uso público con acceso a este por grandes vanos rectangulares y sin cierre lateral.
Presenta un balcón corrido abalaustrado en el segundo nivel y balcones independientes del mismo tipo, en el tercero, reposando sobre ménsulas decoradas. Las puertas de los balcones están resaltadas por un encuadramiento.
En el segundo y tercer nivel existen pilastras con capitel jónico. La carpintería de los niveles superiores es francesa con lucetas monocolor. La azotea está rematada con un pretil abalaustrado.
Personas hay muchas, están las que transitan cada jornada de un lado y del otro, las que descasan a la sombra de los árboles y con la música que emana de las farolas y las que integran la Banda Municipal y que cada jueves, desde la glorieta, amenizan, con sus melodías, el entorno. Y está Ángel.
Ángel Torriente de Armas ni pensaba nacer cuando el parque irrumpió en medio de la villa. A sus setenta y pico de años es el guarda del lugar y, aunque casi no oye, sus ojos le alcanzan para velar por la estatua de Marta Abreu, la glorieta y por el Niño de la Bota Infortunada, “sí, porque a las madres les da por dejar que los chiquillos se suban en el murito y lo caminen todo, y esto hay que cuidarlo”.
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