El mundo de las comunicaciones, las noticias, la opinión y las tendencias domina el día a día de nuestras sociedades por lo que no puede verse distanciado de la realidad política, económica y social de la contemporaneidad; si le sumamos el papel del periodismo de impacto partiendo del hecho que está diseñado para llegar rápidamente a grandes y diversos grupos así como a lograr un cambio de pensamiento o reflexión sobre un hecho determinado, nos percatamos realmente del papel dominante y determinante de los medios de comunicación en el siglo XXI.
Dos nuevos conceptos se han sumado a la lucha global por la dominación, los Metamedios y las redes de valor; el primero se refiere a la transformación informática de los procesos y contextos mediáticos, tanto de producción como de uso de los medios; y el segundo al sistema que valoriza los flujos de información, conocimiento y relaciones sociales de la comunicación.
¿Pero cómo realmente se dominan las matrices de opinión y se logran cambios que silencien o no las realidades? Nunca he sido devoto de las grandes conspiraciones a escala mundial aunque hay hechos que ponen a pensar al más incrédulo de los humanos.
El 2 de septiembre de 2015 apareció ahogado en una playa de Turquía Alan Kurdi, un niño sirio de origen kurdo de tres años víctima de la crisis humanitaria Siria; junto al pequeño fallecieron también su hermano de cinco años Galip y su madre, Rehan, además de al menos otros doce sirios que viajaban desde Turquía en dos botes con destino a Grecia; las redes sociales se inundaron y en cuestión de horas se publicaron más de 300.000 mensajes de Twitter en árabe bajo el hashtag “un niño sirio se ahoga” y el tema se convirtió en tendencia en varios idiomas; indiscutiblemente el papel de los medios internacionalmente fue decisivo para que existieran presiones, condenas al gobierno sirio y que se flexibilizara de cierta manera la política migratoria y cambiara la mirada europea al tema.
Luego la desgarradora foto de un padre con su hija de 2 años, ambos migrantes, ahogados tratando de cruzar el Río Bravo, frontera natural entre México y Estados unidos ha impactado y sacude las redes poniendo al descubierto el drama de los que huyen de la violencia y el hambre, y el propio recién estrenado gobierno salvadoreño reaccionó.
¿Qué pasa con Cuba?
La población cubana ha migrado descontroladamente durante los últimos años en cifras alarmantes, no se puede definir a ciencia cierta la cantidad de mujeres, niños, ancianos y hombres que han fallecido, ahogados en las aguas del golfo y en la Selva del Darién o Tapón del Darién; pocos medios internacionales y por ende gobiernos se pronuncian sobre este tema; los que migran también buscan libertad y progreso, no toda es política, las personas siguen sueños, observan realidades.
No hay noticias, no hay presiones, tal parecería que la diáspora cubana es invisible. Actualmente en medio de la pandemia que azota con el nombre covid; mientras muchos gobiernos toman partido por sus ciudadanos con ayudas, vuelos humanitarios y atenciones en los países donde se encuentran; para los cubanos no hay vuelos humanitarios propios sino capacidades limitadas en los que organizan otros gobiernos y para colmo muchos son excluidos de los mismos por el simple hecho de que en la más aberrante de las normas jurídicas se les priva de derechos de residencia en la tierra que los vio nacer.
¿No existe imparcialidad informativa? ¿El cementerio en que ha se convertido el continente americano y las aguas del Golfo de México no conmueve aún? ¿O existirá una conspiración del socialismo estalinista de tintes internacionales?
Los medios no deben ni pueden convertirse en monopolio de la política.
Escrito por: Abogado Frank Braña Fernández